Tras la revuelta popular del 2 de Mayo en el Madrid de 1808, el día 25 del mismo mes el Principado de Asturias fue el primer país que se alzó en armas contra el “Usurpador, reinstaurándose en Oviedo una antigua institución asturiana que se remonta al origen del “Principado” (1388): la Junta General del Principado, que en estas fechas se proclamó soberana, y cuyo propósito no era otro que decidir no sólo el futuro de Asturias, sino también el futuro de toda la Nación Española.
Todo comenzó 27 de Abril en Gijón, cuando un cónsul francés afincado en la villa, sale al balcón para repartir propaganda a la población, en forma de ilustraciones en las que se veía una España arruinada y decrépita y cómo les convenía más a los españoles cambiar de dinastía. Los gijoneses tomaron aquello como una “ofensa a sus Reyes y a la Nación, ofensa que como buenos españoles no pueden ni deben tolerar.” El cónsul se refugió en su casa mientras la turba, cada vez más enfurecida, rompía los cristales a pedradas queriendo irrumpir en ella para lincharlo. El cónsul logró huir, pero la revuelta gijonesa no fue más que la punta del iceberg de lo que estaba por venir.
La verdadera chispa revolucionaria se produjo en Oviedo, el 9 de Mayo.
La multitud se agolpaba frente al edificio de correos, ansiosa por conocer lo que ocurre en la capital del Reino. Se leen en voz alta desde un balcón noticias sobre la resistencia heroica, apenas hacía una semana, de Daoiz y Velarde a la cabeza del pueblo de Madrid, y del ovetense Juan Nepomuceno, oficial del Real cuerpo de artillera, de los primeros oficiales que acudieron a presentar batalla en el parque de Monteleón, aquel sangriento 2 de Mayo, y que sostuvo en sus brazos el cuerpo abatido de su amigo Daoiz cuando los franceses le atacaron por la espalda. También se mencionó cómo los franceses asesinaron a muchos ciudadanos inocentes en el Prado y de la sangrienta represión de Murat. El pueblo de Oviedo gritaba “¡A las armas: mueran los franceses; venguemos la sangre de los nuestros vil y cobardemente asesinados!”.
Ante el temor de que produjera un motín, –como así fue-, desde la Real Audiencia, la institución gubernamental del Principado, se pidió ayuda a las autoridades madrileñas que decidieron enviar a Asturias al batallón del Hibernia, que penetró a Asturias desde Santander, y al Escuadrón de Carabineros Reales acuartelado en Valladolid y que mandaba el comandante afrancesado Manuel Ladrón de Guevara.
Esa misma mañana del día 9, un oficial con su escolta tenían orden de publicar un bando de Murat, pero frente a la fuente de Cimadevilla, la multitud se amotinó abalanzándose sobre ellos al grito de “que no se publique”, rompiendo el parche del tambor por el cual se hacía efectiva la publicación del bando, y queriendo destruir aquel odiado papel. Al mismo tiempo, una columna de estudiantes y de vascos que habían asaltado la fábrica de armas, repartieron fusiles entre la población entrando a la fuerza en la Real Audiencia, derrocándola, y quemando finalmente el bando de Murat en el Parque San Francisco. Por la tarde se convocó la Junta General del Principado.
La Junta, formada por representantes de todos los estamentos y los personajes más ilustres, debatió durante varios días alzarse en armas contra los franceses o acatar el bando de Murat y no arriesgar vidas inocentes. Después de varias intervenciones, se impuso la voz de D. Joaquín de Navia Osorio, Marqués de Santa Cruz de Marcenado, el hombre más rico de Asturias, de 60 años que proclama lo siguiente: “La tierra que pisamos quisiera yo se abriese en este instante y nos tragase a todos para que se sepultase en sus entrañas tanta pusilanimidad y cobardía. Quédense en su abyección y en su egoísmo los que se resignen a ofrecer sus cuellos a las argollas que les remachará el usurpador; pero yo marchare solo a encontrar sus legiones en el confín de Pajares con un fusil, cuya bayoneta clavare en el primero que intente poner en él su planta. Me matarán y pasarán sobre mi cadáver, si no lo hiciesen pedazos; mas la posteridad sabrá que hubo un astur leal y bizarro que murió resistiendo solo en la invasión de este noble suelo.”
Entonces la opinión se torna unánime, la exaltación patriótica domina la sala y otros se suman a la voz del Marqués de Santa Cruz como D. Manuel Miranda Gayoso, alférez de navío, que pidiendo permiso para una breve declaración, expone: “Yo no tengo la dicha de haber nacido en Asturias pero, hijo adoptivo de tan noble país, seguiré al ilustre y esforzado patricio Marques de Santa Cruz. ¡No morirá solo, no: moriremos los dos peleando unidos en Pajares o en Arbás!” Y otro dice: “Si nos declararnos contra del Opresor de la Humanidad, nuestra voz será de alarma en toda la Península; el león dormido despertará; su rugido llegara a Londres, Viena y San Petersburgo; saldrá la Europa de su letargo y conseguiremos ver derrocado al coloso.”
Más calmados los ánimos, la Junta organizó la formación de un ejército asturiano cuya primera misión fue la de reconocer la situación de las provincias limítrofes. En los días siguientes se organizó a la población en columnas y se les armó con fusiles de la fábrica de armas de Oviedo y Trubia. Se las fábricas de armas trabajaban sin descanso y abrieron nuevos talleres donde se producían bayonetas y pertrechos para armar a la gente que acudía en masa como voluntarios para nutrir las filas de los ejércitos asturianos. En la víspera del 25 de Mayo, por la noche, las campanas de Oviedo redoblaban en toda la ciudad. Por la mañana, la Junta General del Principado se proclamó soberana de Asturias, independiente del poder central en manos de los franceses, súbdita del legítimo rey Fernando VII y se promulgó una Declaración de Guerra contra Napoleón. También se enviarían embajadores a Londres que respondería con suministros militares para pertrechar a los regimientos de voluntarios que se formaban en todas las poblaciones asturianas.
El mismo día 25, llegaron a la villa de Mieres, de camino a Oviedo, el Escuadrón de Carabineros Reales. Recibidos con insultos, los soldados acabaron por amotinarse y arrestaron a su comandante para evitar que lo lincharan. Lo mismo ocurriría en Pola de Siero con el Batallón del Hibernia que procedía de Santander, cuyos soldados desertaron y algunos de sus jefes también se unieron a la sublevación.
Como respuesta a la sublevación, los franceses invadieron Asturias hasta en 4 ocasiones, siendo rechazados en todas ellas: el 14 de junio del mismo año; el 27 de abril de 1810 entraron las de Bonet hasta el 13 de junio de 1811; el 6 de noviembre de 1811 volvieron las mismas tropas hasta el 24 de enero de 1812 y por último, otra vez el 17 de mayo de 1812, para evacuar definitivamente el 14 de junio de dicho año de 1812. Siendo en total 18 meses y un día el tiempo en que los franceses ocuparon la tierra asturiana.
He aquí una relación de regimientos formados en Asturias:
• REGIMIENTO DE MILICIAS PROVINCIAL DE OVIEDO.
• REGIMIENTO DE INFANTERÍA LIGERA “VOLUNTARIOS DE ASTURIAS”
• REGIMIENTO DE INFANTERIA DE LINEA DE INFIESTO
• REGIMIENTO DE INFANTERÍA DE CASTROPOL
• REGIMIENTO DE INFANTERIA DE LENA
• REGIMIENTO DE INFANTERIA DE PRAVIA
• REGIMIENTO DE INFANTERIA DE LÍNEA DE CANGAS DE TINEO
• REGIMIENTO DE INFANTERIA DE AVILÉS
• REGIMIENTO DE INFANTERIA DE CANDÁS Y LUANCO
• REGIMIENTO DE INFANTERIA DE VILLAVICIOSA
• REGIMIENTO DE INFANTERIA DE LLANES
• REGIMIENTO DE INFANTERIA DE SALAS
• REGIMIENTO DE INFANTERIA DE SIERO
• REGIMIENTO DE INFANTERIA DE RIBADESELLA
• REGIMIENTO DE INFANTERIA DE GIJON
• REGIMIENTO DE INFANTERIA DE NAVIA
• GUARDIA DE HONOR DE LA JUNTA SUPREMA DE ASTURIAS
• CAZADORES DE MONTAÑA
• REGIMIENTO DE INFANTERÍA DE CANGAS DE ONIS
• REGIMIENTO DE INFANTERIA DE COLUNGA
• REGIMIENTO COVADONGA – INFANTERIA LIGERA
• REGIMIENTO DE INFANTERIA DE GRADO
• REGIMIENTO DE INFANTERIA DE LUARCA
En los meses y años posteriores, las armas asturianas combatirían en suelo astur y por toda la Península junto al resto de patriotas españoles y tropas aliadas portuguesas y británicas en la Guerra de Independencia hasta que el último francés fue expulsado de la Península en 1814. Hasta el final, los regimientos asturianos se distinguieron por su abnegación, su tenacidad y valentía, siendo premiados y reconocidos allá en donde actuaran.
Bibliografía:
• Asociación de Recreación Histórico Cultural de Asturias: http://www.arhca.es
• MEMORIAS DEL LEVANTAMIENTO DE ASTURIAS EN 1808 POR D. RAMÓN ÁLVAREZ VALDÉS
Todo comenzó 27 de Abril en Gijón, cuando un cónsul francés afincado en la villa, sale al balcón para repartir propaganda a la población, en forma de ilustraciones en las que se veía una España arruinada y decrépita y cómo les convenía más a los españoles cambiar de dinastía. Los gijoneses tomaron aquello como una “ofensa a sus Reyes y a la Nación, ofensa que como buenos españoles no pueden ni deben tolerar.” El cónsul se refugió en su casa mientras la turba, cada vez más enfurecida, rompía los cristales a pedradas queriendo irrumpir en ella para lincharlo. El cónsul logró huir, pero la revuelta gijonesa no fue más que la punta del iceberg de lo que estaba por venir.
La verdadera chispa revolucionaria se produjo en Oviedo, el 9 de Mayo.
La multitud se agolpaba frente al edificio de correos, ansiosa por conocer lo que ocurre en la capital del Reino. Se leen en voz alta desde un balcón noticias sobre la resistencia heroica, apenas hacía una semana, de Daoiz y Velarde a la cabeza del pueblo de Madrid, y del ovetense Juan Nepomuceno, oficial del Real cuerpo de artillera, de los primeros oficiales que acudieron a presentar batalla en el parque de Monteleón, aquel sangriento 2 de Mayo, y que sostuvo en sus brazos el cuerpo abatido de su amigo Daoiz cuando los franceses le atacaron por la espalda. También se mencionó cómo los franceses asesinaron a muchos ciudadanos inocentes en el Prado y de la sangrienta represión de Murat. El pueblo de Oviedo gritaba “¡A las armas: mueran los franceses; venguemos la sangre de los nuestros vil y cobardemente asesinados!”.
Ante el temor de que produjera un motín, –como así fue-, desde la Real Audiencia, la institución gubernamental del Principado, se pidió ayuda a las autoridades madrileñas que decidieron enviar a Asturias al batallón del Hibernia, que penetró a Asturias desde Santander, y al Escuadrón de Carabineros Reales acuartelado en Valladolid y que mandaba el comandante afrancesado Manuel Ladrón de Guevara.
Esa misma mañana del día 9, un oficial con su escolta tenían orden de publicar un bando de Murat, pero frente a la fuente de Cimadevilla, la multitud se amotinó abalanzándose sobre ellos al grito de “que no se publique”, rompiendo el parche del tambor por el cual se hacía efectiva la publicación del bando, y queriendo destruir aquel odiado papel. Al mismo tiempo, una columna de estudiantes y de vascos que habían asaltado la fábrica de armas, repartieron fusiles entre la población entrando a la fuerza en la Real Audiencia, derrocándola, y quemando finalmente el bando de Murat en el Parque San Francisco. Por la tarde se convocó la Junta General del Principado.
La Junta, formada por representantes de todos los estamentos y los personajes más ilustres, debatió durante varios días alzarse en armas contra los franceses o acatar el bando de Murat y no arriesgar vidas inocentes. Después de varias intervenciones, se impuso la voz de D. Joaquín de Navia Osorio, Marqués de Santa Cruz de Marcenado, el hombre más rico de Asturias, de 60 años que proclama lo siguiente: “La tierra que pisamos quisiera yo se abriese en este instante y nos tragase a todos para que se sepultase en sus entrañas tanta pusilanimidad y cobardía. Quédense en su abyección y en su egoísmo los que se resignen a ofrecer sus cuellos a las argollas que les remachará el usurpador; pero yo marchare solo a encontrar sus legiones en el confín de Pajares con un fusil, cuya bayoneta clavare en el primero que intente poner en él su planta. Me matarán y pasarán sobre mi cadáver, si no lo hiciesen pedazos; mas la posteridad sabrá que hubo un astur leal y bizarro que murió resistiendo solo en la invasión de este noble suelo.”
Entonces la opinión se torna unánime, la exaltación patriótica domina la sala y otros se suman a la voz del Marqués de Santa Cruz como D. Manuel Miranda Gayoso, alférez de navío, que pidiendo permiso para una breve declaración, expone: “Yo no tengo la dicha de haber nacido en Asturias pero, hijo adoptivo de tan noble país, seguiré al ilustre y esforzado patricio Marques de Santa Cruz. ¡No morirá solo, no: moriremos los dos peleando unidos en Pajares o en Arbás!” Y otro dice: “Si nos declararnos contra del Opresor de la Humanidad, nuestra voz será de alarma en toda la Península; el león dormido despertará; su rugido llegara a Londres, Viena y San Petersburgo; saldrá la Europa de su letargo y conseguiremos ver derrocado al coloso.”
Más calmados los ánimos, la Junta organizó la formación de un ejército asturiano cuya primera misión fue la de reconocer la situación de las provincias limítrofes. En los días siguientes se organizó a la población en columnas y se les armó con fusiles de la fábrica de armas de Oviedo y Trubia. Se las fábricas de armas trabajaban sin descanso y abrieron nuevos talleres donde se producían bayonetas y pertrechos para armar a la gente que acudía en masa como voluntarios para nutrir las filas de los ejércitos asturianos. En la víspera del 25 de Mayo, por la noche, las campanas de Oviedo redoblaban en toda la ciudad. Por la mañana, la Junta General del Principado se proclamó soberana de Asturias, independiente del poder central en manos de los franceses, súbdita del legítimo rey Fernando VII y se promulgó una Declaración de Guerra contra Napoleón. También se enviarían embajadores a Londres que respondería con suministros militares para pertrechar a los regimientos de voluntarios que se formaban en todas las poblaciones asturianas.
El mismo día 25, llegaron a la villa de Mieres, de camino a Oviedo, el Escuadrón de Carabineros Reales. Recibidos con insultos, los soldados acabaron por amotinarse y arrestaron a su comandante para evitar que lo lincharan. Lo mismo ocurriría en Pola de Siero con el Batallón del Hibernia que procedía de Santander, cuyos soldados desertaron y algunos de sus jefes también se unieron a la sublevación.
Como respuesta a la sublevación, los franceses invadieron Asturias hasta en 4 ocasiones, siendo rechazados en todas ellas: el 14 de junio del mismo año; el 27 de abril de 1810 entraron las de Bonet hasta el 13 de junio de 1811; el 6 de noviembre de 1811 volvieron las mismas tropas hasta el 24 de enero de 1812 y por último, otra vez el 17 de mayo de 1812, para evacuar definitivamente el 14 de junio de dicho año de 1812. Siendo en total 18 meses y un día el tiempo en que los franceses ocuparon la tierra asturiana.
He aquí una relación de regimientos formados en Asturias:
• REGIMIENTO DE MILICIAS PROVINCIAL DE OVIEDO.
• REGIMIENTO DE INFANTERÍA LIGERA “VOLUNTARIOS DE ASTURIAS”
• REGIMIENTO DE INFANTERIA DE LINEA DE INFIESTO
• REGIMIENTO DE INFANTERÍA DE CASTROPOL
• REGIMIENTO DE INFANTERIA DE LENA
• REGIMIENTO DE INFANTERIA DE PRAVIA
• REGIMIENTO DE INFANTERIA DE LÍNEA DE CANGAS DE TINEO
• REGIMIENTO DE INFANTERIA DE AVILÉS
• REGIMIENTO DE INFANTERIA DE CANDÁS Y LUANCO
• REGIMIENTO DE INFANTERIA DE VILLAVICIOSA
• REGIMIENTO DE INFANTERIA DE LLANES
• REGIMIENTO DE INFANTERIA DE SALAS
• REGIMIENTO DE INFANTERIA DE SIERO
• REGIMIENTO DE INFANTERIA DE RIBADESELLA
• REGIMIENTO DE INFANTERIA DE GIJON
• REGIMIENTO DE INFANTERIA DE NAVIA
• GUARDIA DE HONOR DE LA JUNTA SUPREMA DE ASTURIAS
• CAZADORES DE MONTAÑA
• REGIMIENTO DE INFANTERÍA DE CANGAS DE ONIS
• REGIMIENTO DE INFANTERIA DE COLUNGA
• REGIMIENTO COVADONGA – INFANTERIA LIGERA
• REGIMIENTO DE INFANTERIA DE GRADO
• REGIMIENTO DE INFANTERIA DE LUARCA
En los meses y años posteriores, las armas asturianas combatirían en suelo astur y por toda la Península junto al resto de patriotas españoles y tropas aliadas portuguesas y británicas en la Guerra de Independencia hasta que el último francés fue expulsado de la Península en 1814. Hasta el final, los regimientos asturianos se distinguieron por su abnegación, su tenacidad y valentía, siendo premiados y reconocidos allá en donde actuaran.
Bibliografía:
• Asociación de Recreación Histórico Cultural de Asturias: http://www.arhca.es
• MEMORIAS DEL LEVANTAMIENTO DE ASTURIAS EN 1808 POR D. RAMÓN ÁLVAREZ VALDÉS
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